Diagnóstico: Anorexia Nerviosa
Soy Leire Prieto. Hace 5 años, padecí anorexia nerviosa. La psiquiatra especialista en trastornos de la conducta alimentaria que llevaba mi caso me prohibió terminantemente realizar cualquier tipo de actividad física, incluyendo salir a caminar.
Su justificación se basó en que las personas con anorexia suelen emplear el ejercicio físico como método para perder peso, sin considerar ninguna otra razón de salud para prohibirlo.
Siempre me gustaron las actividades deportivas; montar en bicicleta, jugar al pádel y bailar eran mis favoritas. Durante mi enfermedad, la actividad física aumentaba mi autoestima, mi apetito, me ayudaba a descansar mejor y reducía mi irritabilidad y los niveles de ansiedad.
Las consecuencias de prohibirme hacer ejercicio se hicieron evidentes rápidamente, con un agravamiento de mi enfermedad que culminó en mi hospitalización, con una mayor pérdida de peso y niveles de ansiedad e hiperactividad extremadamente altos. ¿Cuál fue la solución que ofrecieron los especialistas? Psicofármacos.
Cuando me dieron de alta, sabía que el ejercicio sería mi mejor tratamiento. Lo primero que hice fue inscribirme en el gimnasio. A partir de ahí, todo comenzó a mejorar. Poco a poco, con mucho esfuerzo, constancia y paciencia, logré ganar peso, mejorar mis hábitos alimenticios, la relación con mi cuerpo y mi condición física. Después de dos años y medio, pude celebrar una victoria; no solo había recuperado 20 kg de peso, sino que también había superado la enfermedad.
El ejercicio cambió completamente el rumbo de mi vida. Dejé de lado mi carrera y decidí dedicarme por completo a él. Actualmente, me estoy formando como entrenadora.
En tan solo dos años y medio, pasé de pesar 31 kg a 51 kg. En casos de trastornos de la conducta alimentaria, el ejercicio nunca debe ser contraindicado; más bien, debe considerarse como parte del tratamiento, bajo la supervisión y orientación de profesionales.
Gracias por compartir esta tremenda historia.
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